Villancicos.

Una Nochebuena pedí un corazón feliz en cada rincón del mundo...
El mío se hallaba acurrucado en un espacio cálido
bajo el tejido esmeralda de un afelpado suéter...
era el regazo de mi Madre.

Creo, fue entonces cuando supe que la felicidad hace su guarida en los brazos de los padres ;
le gusta jugar en la cocina entre el aroma a chocolate con piloncillo...
a pan con pasas y canela.

Me enteré de que el amor tiene voz ronca...
ronca y camelada como la voz de mi Padre.

Esa vez que pedí corazones felices
el mío sintió el impulso de besar las narices de quien tuviese frío .
( Eso hacía mi Padre cuando yo tiritaba ,
después de arroparme con una cobija ).

Recuerdo que me puse triste...
porque no era posible arropar el frío del mundo entero
ni paliarlo con una manta y un beso.

De pronto se escucharon las voces de un coro de niños cantando villancicos.

Entonces me di cuenta que puede abrazarse al mundo cantando una canción .
Una tierna y alegre canción es como un ánfora repleta de tesoros!

Es por eso que, en cada Navidad
cada vez que se escucha un villancico
vuelvo a desear corazones felices en cada rincón del mundo
y entono el villancico desde lo más profundo de mi ser .