El gigante de Árgamos (primera parte)

LEYENDAS DE UN FAUNO
El gigante de Árgamos

Todo en mi alrededor trepidaba,
viendo que una criatura
de tres metros a mi dama se avecinaba,
que aquella voz tan dulce y suave me hablaba:
–Fauno mío, valiente y aguerrido,
no permitas mi secuestro, porque el dragón rojo
tiene planes perversos y se quiere
apoderar del mundo entero.–

¿Quién es el dragón rojo?
¿y por qué te persigue? le pregunté
mirando a sus bellos ojos.
–Es una bestia misteriosa y terrorífica
obsesionada con obtener mi alma
para lograr la eternidad y poder gobernar. –

No dejaré que nadie sacrifique tu vida,
no permitiré que tu espíritu se fusione con el mal,
tu pureza fortalece mis sentimientos y alimenta mi amor.
Cuando dije esas palabras ella me respondió:
–Mi corazón te ha elegido, por ser humilde y digno,
sin miedo y fe en ti mismo, decides combatir
con un invencible enemigo, que nadie lo ha destruido.

Pero ten mucho cuidado porque éste, tiene
fieles y legendarios esclavos, que dan la vida por él. –

Sabía que mi próximo enemigo
era un gigante de piedra desconocido;
de piel grisácea, cuya armadura
se asimilaba a un antiguo gladiador,
usando un yelmo en la cabeza,
y grebas en sus piernas.

Devastaba todo lo que veía,
su fuerza era infinita, mis flechas de fuego
en este humanoide no servían,
que tomé la decisión de correr y salir del bosque
para dirigirme a las colinas,
pero su velocidad me sorprendía
y con su voz ronca, amenazante me decía.

–No tienes escapatoria pobre enclenque. –
Cuando me doy cuenta que de sus ojos
se originaban luces de color azul, que disparaban poderosos rayos,
provocando una herida grave en mi brazo y otra en mi pierna,
caigo desplomado al suelo pero ¡jamás!, soltando a mi reina.

Pues usando mi inteligencia logro impactar un flechazo
en su ojo izquierdo, quejándose del dolor
me levanto para seguir escapando y ver como vencerlo.
Pero con una de sus manos logró sacar la fecha con tanta facilidad
y al hacerlo se exacerbó tanto que con su puño derecho
golpea la superficie partiéndola en dos.

De impetuosidad increíble
su poder era indestructible:
Cuerpo de piedra musculoso y corpulento,
un enemigo muy diestro.

Me debilitaba porque mucho sangraba
pero no podía morir y peor perder
entonces decidí enfurecer:

Concentré mis energías en mi espíritu y en mi mente,
que recorrían por toda mi sangre;
mi poder aumentaba sorprendentemente.

-Hermosa mía, te soltaré por un momento
voy a brincar e impactarlo de nuevo
y lograr escapar mi dulce lucero.-

Entonces brinqué con vigor
y en dirección a su cabeza
preparé mi arco y la flecha:

Su mirada se fijaron con la mía,
y es entonces que vi su mano
moverse tan rápido hacia mi cabeza;
¡que ingenio!, ¡que sutileza!,
pues solo recuerdo que él me noquea...

Continuará