Devastación

La devastación se hizo profusa en aquellos días de peregrinaje sin vuelta.
Nadie se imaginó lo que estaba por llegar.
Noches de tormenta con truenos de fuego hiriente,
pólvora cubriendo el aire de muerte y olor inerte
después de la vida.
Pánico enquistado deformando rostros aniquilados en la huída.
El último grito se tornó desgarrador,
seco , como queriendo resistir ante la infamia.
La ausencia al dolor ajeno, multiplicó convulsivamente que la sangre alfombrara un campo
antaño esplendoroso, hinchado de raíces con vida.
El destino no concedió indulgencia a quienes la habían suplicado.
E. Escribano