Espectáculo de dos.

Entre la multitud me encuentro,
esperando que por fin empiece,
el espectáculo con el mismo fin
que ya he visto más de mil veces.

Pero, “¿por qué haz de verlo otra vez?”
tal vez, tu curiosidad llegue a preguntar,
“Porque el actor es diferente cada vez
y nunca es el mismo actuar”

Unos lloran, otros gritan; piden piedad.
Luchan por auxilio: “!Socorro por favor,
no soy culpable de lo que me acusan,
de estas cargas, no soy el deudor!”

Obvio el fin no cambia; permanece igual:
con el actor solo en el escenario
sufriendo en espera al final.

En donde en menos de segundos,
su existencia en el mundo no será,
ya que pagará sus deudas,
de esta manera, jamás las tendrá.

Al comenzar este espectáculo,
el público entero se quedó sin voz.
En la tarima no había solo un actor,
mas bien; presentando, habían dos.

Pero, no solo eran dos actores;
ya que, uno de ellos era actriz
y estos no gritaban con dolores,
no, estos escondían su cicatriz.

Eran amantes sin cordura,
riéndose como locos en el escenario
¿Acaso son saben el fin de la obra?
¿creen que es algo imaginario?

Los espectadores se enfurecen,
llenos de cólera, comienzan un motín:
“¡Acaso, esto es una broma!”
“¡Pagamos por verlos llorar!”
A los amantes no les parece incumbir,
siguen en su delirio, riéndose sin cesar.

De repente, grita la actriz:
“¡Bestias! ¡Cállense por favor!
¿no ven que rio con mi prometido?,
¡no lo escucho por el fragor!”

“¡Sigue riendo tonta, el que ríe
último ríe mejor!” - dijo un hombre.
Aun así, para el par de locos
esto no causo ningún asombre.

“¡Me da lástima, porque no saben la verdad,
nosotros tenemos la mejor vista
desde la tarima hay mayor claridad!”

Cuando llegó la parte final,
de sus pulmones gritaron los dos:
“¡Hemos ganado la vida viviendo,
nos despedimos con un adiós!”

En menos de segundos el espectáculo se acabó,
con ellos muertos en la tarima,
y los de la audiencia riendo su adiós.