Un menú y el rompimiento

poema de Naiamok

Ni siquiera tuve el valor de detenerte, de pedirte una vez más que te quedaras.
Que si te ofendí no fue mi intención, que ni siquiera lo hice, fue una pregunta muy simple y fácil de responder.
Me contradigo bastante es que la bronca es grande, todo esto aún me afecta.
Pagué el vino que tenía y me fui del lugar.
La noche era bastante hermosa y con un poco de coraje pedí un taxi de regreso a casa.
Hay días en que me despierto y la cama se vuelve tan grande que no puedo encontrarte en ningún rincón, desearía verte durmiendo a mi lado, ver tus gestos y ese suspiro quebrado que de vez en cuando das o sólo pudiéndote observar, porque siempre soy la primera en despertar, si tu vida dependiera de dormir, con gusto lo harías.
Y a mí, si me pagaran por mirarte, lo haría con aún más ilusión.
La habitación está más silenciosa que nunca, el resplandor del sol entra entre las rejillas de la ventana.
Tendré que deshacerme de tus cosas que aún están aquí y no te has dignado a buscarlas, necesito una cama nueva, que no huela a ti, necesito borrar tus recuerdos y empezar desde cero.
Tal vez debería cambiar de apartamento, ciudad o incluso país, este lugar es tan pequeño que sé que me encontraría contigo de la mano de otra persona, es una escena que me gustaría evitar.
Las calles, el restaurante, ese callejón donde en la oscuridad solíamos ir para quitarnos un poco las ganas que nos volvían locos.
En todas nos veo juntos.
Y si hablamos de huir, a uno de los dos les debe salir estupendo.
Me siento a disfrutar del sol, veo las notificaciones del celular; mi mamá, mis amigos y mi hermana no han dejado de llamar.

No he querido hablar con nadie más, me aislé de todos.

Dejo el celular sobre la mesa, subo los pies en la silla y me abrazo.

Cierro los ojos..

Oigo cantar a los pájaros, el sol es suave, el viento es fresco.
¿Cómo hay personas que no disfrutan de un amanecer divino como este?
La ciudad está en un caos, pero nadie se detiene a escuchar en su interior: sus propios pensamientos, sus quejas sobre el tráfico, nadie respira hondo y trata de empatizar.
Tampoco se detienen a disfrutar de los simples detalles de la vida cotidiana.
Siempre me ahogo en pensamientos, es una costumbre muy mía hacerlo, que no se me va a quitar tan fácilmente, pienso en mí y en los demás incluso en problemas futuros que aún no tengo.
Tengo mucho trabajo por hacer, moveré todos los muebles, pintaré la habitación de verde, compraré cuadros y los pondré en la pared, necesito plantas que le den vida a esta casa, mi casa, mi hogar.
Los osos, las camisetas, las pulseras, el anillo. Todo, todo lo que me diste, lo metí en una caja y lo regalé.
Creéme, alguien más lo encontrará útil.
¿Puedo decirte algo más?
Ya no creo que el amor sea algo a lo que tengo que aspirar a toda costa.

Tampoco pienso en proteger con uñas y dientes el corazón de otra persona, mientras rompen el mío en pequeños fragmentos.

Contigo aprendí, todo lo que ya no quiero volver a vivir, comprendí todo el daño que me hacías
Lloraba más estando a tu lado que sin ti
Duermo tranquila sin la preocupación de que quizás al día siguiente me dejes de querer
Despierto tranquila porque no tengo que tratar de encajar a ti y hacer todo por tenerte feliz.
Me tengo a mí y eso es más que suficiente..

Necesito estar con personas con las que pueda dar la mejor versión de mí misma, sin tener que limitarme ni esconderme.
Sin tener miedo a incomodar, o molestar con mis ideas y gustos..
A veces no entiendo por qué buscamos el amor en personas que no son capaces de darnos.
Por qué queremos estar con personas que no encajamos.
Y a pesar de todo el daño que nos hacen, seguimos ahí queriendo darlo todo una vez más.

¿Sabes qué?
Aquél día si tenía mucho apetito, se me antojaba una pizza doble relleno, y una verdad que duela.