Esperanza Arlene

poema de Job

A ti que me das un latido, que besas el cielo de lo extendido.
Que traspasas carne verdadera, que no hiere mis venas...
Que pintas de azul mi pensar, mi actuar.
Pataditas, que irán de acá para allá...

Abriendo siempre la imaginación, sobre la verdad del Amor.
Que unes manos caídas, que traes música al corazón...
Queriendo gritarlo, aun sigo la voz que va indicando.
No es algo normal, eres tú, pequeña en su rebaño.

Ahora no sabría que hacer si te tuviera en mis brazos.
Alguien tan especialmente delicada, sería solo el llanto...
Quien daría conocer la luz de tus ojos, abriéndose.
Si la voluntad en la vida, con la mía, nos volvió a ser...

Parece interminable la espera de tu esencia sin igual.
Al sentirte de la manera que te siento, el mar inundaría el mal...
No hay lugar para la duda, la verdad será siempre la cura.
Y el silencio el aprecio, y tu voz la gran razón de la ternura...

Que siempre deja sin palabras y actos.
Sea el corazón quien tocó lo mas profundo del pacto...
Fluyendo río abajo, ramificando la vida de tu respiración.
Esperando promesa que un día se cumplió...