Huracan

Estoy en el ojo del huracan,
no sé como me veo desde allá
y es que me arremete fuerte
más mi piel como brisa lo siente.

Desde arriba y abajo
me miro y sé que no encajo
porque reflejos hago,
actúo de acuerdo a lo oculto,
superfluo fue que seamos uno.

Ver tus cicatrices palpitantes
tan tristes y aún sangrantes
hacen que lo que soy en ti divague
y es que creo que incluso mi arrogancia
es presa de lo que de antes se decía,
que en secreto susurra aquello que devenía,
esa manía de que la memoría insista,
arrogancia, fantasía, existencia o profecía
¿Qué era lo que decía el profesor de filosofía
cuando entre alegría y agonía
la parabola era precisa,
a qué se refería?

Estoy en el ojo del huracan
y desde acá mi piel se resbala
de mis huesos y mis ideas de mis sesos
y es que arremete débil el viento
cuando le sedo los cueros
al divagar interno.

¡Y no soy nada!
Mientras mi amar
sea más dañar,
acá y allá
el desgarrar,
el sangrar
y el amar.

Siempre es mejor preguntar
antes de quedarse con la duda,
si no se habla no suma,
si no se suelta aún es atadura,
hay que seleccionar lo que se esfuma
y lo que perdura,
algunas cosas a la tumba,
para los que quieran tumba,
yo quiero ser de las dunas.