¡ PLOPH!

¡Cómo pasan los años!...
¿Recuerdas
ese día
en que yo te prometía,
que serías siempre mía
y yo sería para ti?

Y tú, muda como estatua
me mirabas, sin sentir
que pasaba ya la tarde
y veíase, en su ocaso,
tristemente
el sol
morir.

Te besaba tiernamente,
y palpitaba cual si fuese grasa que arde,
de emoción,
tu corazón.

Tú reías:
y una Virgen que
adornara inmaculada,
-- parecías--
con mil flores un altar:
con tu cara sonrosada
y tu sonrisa angelical.

Luego... ¿fue todo mentira?
¿fue mentira que esa lágrima
que tu mejilla humedeció,
fuese gozo y alegría,
porque al fin tú ya sabías
lo que te quería yo?

¿Me mentiste en ese beso?...
¿Fue mentira el juramento,
el que hiciéramos los dos:
levantar un monumento,
no de yeso:
mas que eso,
de ternura,
de dulzura y comprensión?

¿Fue mentira que ese tiempo me querías?
¿No es verdad que tú me quieres todavía?
¿No contestas? --¡Por favor!

-¿Tú que piensas?-.
-¡Que me quieres, creo yo!-.
-¡Si, te quiero!... Y este beso que te doy
es mi muestra de cariño,
la advertencia que no olvides:
yo soy tuya, aquí estoy,
pues lo mismo que tú anhelas, quieres, pides;
eso mismo anhelo, pido, quiero yo...
Pero... ¡póneme ese anillo
y sonríe! ¿ya mi amor?

Quilimanzano 30 01 1972