Prosa poética II

poema de Aurora

Se agotan las palabras, la realidad ya no se plasma. Solo actos, actos equívocos que confluyen para no decir nada pero que implican el todo. Tal vez la vida sea así, un sinsentido un tanto macabro que no se piensa, se vive.
Un mar que se respira en una puesta de sol, un sueño a escondidas que teme salir de tu almohada, la mirada oculta e inefable del pensamiento que perdura. Sí, un ritmo pausado oscilante que crece en una atmósfera enloquecedora que solo puede romper en estruendo.
Y dejarse agitar, apenas el destello se introduce en el cuerpo. Nadie nace con unas reglas a seguir por este lugar en principio mugriento, ni nadie debería seguir un camino diseñado.
La vida vuela, vuela cuando el mundo duerme y el horizonte se pierde de vista. Vuela como los recuerdos con la sonrisa, vuela en olvido, cuando la consciencia desaparece en el pálpito efímero de la noche.
Se agotan las palabras, estas mismas palabras, pues las emociones salen a bocajarro, proyectándose hacia todas las vertientes. Tal vez la vida se sienta y escuche en el descenso de una hoja otoñal, que en silencio vuelve a elevarse y ascender hacia ningún lugar, sin tiempo, en impulsos inciertos.