Detente (Pd)

poema de Arturo Freire

Correr, correr y correr
¿Por qué no paras de correr?
Caer, caer y caer
¿Por qué no dejas de caer?

Intenta darle vuelta al mundo,
Ponlo de cabeza,
Dale vueltas;
Que el norte sea el sur,
Que Buenos Aires sea Nueva York,
Que el cielo sea infierno
Y que el infierno sea: Caer…

¿Por qué no dejas de caer?
Caer, caer y caer…
La gravedad te tiene atados los pies.

Intenta entonces retocar la flecha del tiempo,
Que vaya para atrás, que tenga un origen cartesiano
Y un espacio tridimensional.
Que puedas estar encima de ella,
Que el tiempo sea sólo una ilusión para ti,
Que el infierno sea una simple coordenada espacial
Y que el cielo sea: Correr…

¿Por qué no paras de correr?
Correr, correr y correr…
¿No te vasta con quedarte quieto, aunque sea un segundo?
Tírate al suelo.
Que te baile la vida,
Que den giros los cielos sobre ti,
Que el crepúsculo se pose sobre ti,
Que un ave haga nido sobre ti,
Que alguien se tropiece sobre ti.

Conviértete en obstáculo para los más pequeños,
Que los insectos te teman
Y que griten en su inmortalidad;
Conviértete en un galante
En un soñador,
En un austero amante.

Aprecia las petunias,
El polen,
Los acentos,
La labia.
Aprecia a tu madre,
A tus hermanos,
A los que están
Y a los que vendrán.

Déjate de correr,
Déjate de caer,
¡Déjate de dar vueltas…
Que la flecha divina tiene una sola dirección.
Y la nuestra, la inmunda:
Tiene indolora caducidad.