PARA ELENA

Duerme la noche y duermes tú
en el espacio que se te concedió,
adonde los jardines son infinitos,
las buenas obras ya están hechas,
y siempre todos hablan bien de ti.
De día, acompañas al morador otoñal,
que lamenta su suerte, que llora pérdidas,
que no comprende su presente;
que, en vano, sueña que todo se resolverá
a pesar de la muerte.
Tu me das amor y yo te doy tristeza,
pena de vivir, angustia azucarada
por proyectos inverosímiles;
ya nada poseo y ya nada soy,
extraviado en un tiempo que no es el mío,
enredado en un futuro que no deseo,
sólo mi espacio, el que se me conceda,
adonde los jardines sean infinitos,
las buenas obras ya estén hechas,
y siempre todos hablen bien de mí.
Jamás te irás de aquí sin que el morador
recupere la vida que le resta,
sin que manifieste, aun breve,
una sincera sonrisa.
Me propongo intentarlo, mas si no lo logro
espero que me acojas en tu infinito jardín,
en tus buenas obras que ya están hechas,
y alguien, alguna vez, hable bien de mí.