Entre Noches y Tumbas

poema de Mark Chafee

Entonando fúnebres cantos, las aves sobrevolando sobre los terrenos sombríos del cementerio.
En medio de dos tumbas un reacio muchacho se niega a aceptar lo que la noche le muestra. 
Largas filas de esqueletos se extienden frente a él, cada una de las osamentas lleva en sus manos una vela cuya cera escurre por sus huesos, hasta salpicar el piso,otras también llevan regalos, envueltos en sus viejas ropas, que ya no necesitan, el camino es mostrado y lo conduce hasta la parte donde la gran dama reposa. 
Extensos pasillos conducen a callejones sin salida y en uno de ellos se encuentra la muerte, embriagada, por el más fino de los vinos. Sus labios rojos por el espeluznante elixir brillan cómo farol de lúgubre luz.
Entonces, el hombre, curioso, ya sea por naturaleza o por instinto, le pregunta a la mujer de blanco vestido. 

¿Acaso el camino habéis perdido o tu razón se ha ido, para estar en este lugar tan sombrío? 

La muerte siempre celosa de la vida y a sabiendas de la ignorancia del que aún respira, con un tono de burla le responde : ¿pues acaso debo pedirle permiso al vivo para estar en mis propios dominios? 
Sorprendido, no por la respuesta de la alta dama si no de la belleza que ahora la luna refleja, el hombre avanza, dos pasos hacia delante, entonces, entre tantos huesos regados el hombre tropieza. 
Al levantarse, el hombre se extraña pues de su interior el aire se escapa y con su mano que ahora es un hueso, toma una vela del suelo. 
La muerte casi riendo le dice al anterior viviente : ve tú también a formar la  fila. 
Siendo poco más que un montón de huesos, aún confundido, se topa en el camino con viejos conocidos. 
-Bien te advertimos, que de encontrar a la blanca dama, no debías molestarla o de lo contrario la muerte y el destino que tus camaradas podrías encontrar-. 
Entre noche y penumbra me encuentro anonadado pues el cementerio del pueblo sin cuidador nuevamente se ha quedado.