André Bretón

De dos símiles dedos que apuntan a la nada
y te revuelven, narcicista, obre un trono de arena,
allá están las capas, con vino y sabor a condena
y un extraño con sus manos en un ramo de flores.

COmo sueño despierto en el camino noctámbulo,
miro derecho en siniestro disgusto
-sabor a fiambre que enredan el busto-
a los hilos virginales de una fétida princesa.
Vuelvo a mirar a la deriva
y, arriba, sobre los bueyes que doman montañas,
avaros pero relajados, con grillete en la mirada,
los veo redactar sobre el trigo la fecha y hora.

Cierro los ojos, sentados como gotas
cayeron en tu corona los globos de arena
los bueyes con trigo y su extraña faena
empezaron de a pocos a comer tu botas.

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