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Soñé contigo,
que desnudábamos
en carne viva
nuestros cerebros
cansados,
entre pérdidas de saliva
contando historias del pasado.

Soñé con empachos de abrazos,
con orgías de besos hambrientos
rompiendo hasta el último complejo
hasta que agonicen en pedazos.

Anoche soñé que estabais todos
dejando grabado en mi piel un momento,
en el que mi corazon, de algún modo
volvió a sentir otras almas de nuevo.

Tengo un huracán que me reseca los ojos,
con el que no puedo ver ni el umbral
en el que poder siquiera acercarme un poco.
Siempre acaba cayendo el granizado al suelo
y solo me sale mirar,
mientras se rompe el mundo entero.

¡Válgame el delirio!...

Anoche soñé contigo,
con tus cabellos tintados de rojo,
con botellas de vino tinto
y un humo en el aire bastante blanco.

Con patadas a esta realidad
que a veces tanto nos consume,
anoche soñé soñar contigo
uniendo todo lo que nos une.

Valga la puta redundancia...

No existe coraza de acero,
para quienes viven con los sentidos.
Aprender hacernos daño nos regaló
el don de aprender a empezar de cero.
Poetas del vivir,
de profesión ser sinceros,
amantes del acariciar,
de afrlorar todos los momentos.

Utopía en los deseos...

Anoche soñé contigo, Ana,
también soñé con otras personas vivas,
soñé con Javier, Erik, Melissa
y una Paula extraña y herida.

Nos soñé pintando de colores
las fachadas grises de mi vida.

Me faltan un montón de nombres,
para describir en qué consiste mi alegría.

Para todos ellos, la más bella de las canciones.