LA FERIA

Sonrisas y tumulto, gentío como coloquialmente se le describe,
olvido holográfico arrancando la desesperación laboral.
Pólvora y música amenizando el sincope extático del tiempo.

Aroma con el bálsamo de la inocencia infantil;
dados en el cubilete construyendo el azar de la diversión.
Premios que pasaran a ser arrumbados cuando el carnaval se haya extinguido;
alcohol haciendo volar el espíritu.
Algodón endulzando la miel eterna de un capricho.

Mecánica erizando las cuerdas vocales, vértigo a flor de piel causando sudores,
reivindicando el miedo ancestral de estar en las alturas colosales,
juego de habilidad mental y otros de letal destreza emocional.
Dimensión inolvidable con focos de múltiples colores y místicos sabores.
Dimensión inolvidable con el caos hipnótico de la adrenalina y con los besos atrevidos del romance adolescente.

Vigilia en la madrugada;
se congela el tiempo, y aún sigue la pirotecnia con la celebración sagrada,
la demencia infantil
y el alcohol sin tener fin.

El alba empieza arder. El eco de la maña acrecenta el amor.