Afrodita

poema de Tuxus

Para apaciguar el frio de esta noche desolada,decidi tomar un trago en el viejo bar, y la miré, ella estaba allí, postrada en un lugar solitario cerca de la barra del bar, desconfiada, quizás  buscando una víctima mas para deshonrar la poca dignidad que le queda, así que sin escrúpulos sonríe, por que sabe que es hermosa y quizás solo quizás por ese hecho, deba sentir pena de si misma, juguetea con su pelo mientras bebe un trago de wisky barato, juega con la mirada de todos aquellos que la observan disimuladamente, por que cualquier hombre sabe que cruzar miradas con ella es caer en una trampa mortal, Ella sabe que es el centro de atención, así que saca un labial de su pequeño bolso y un espejo pequeño y mientras el color rojo le da vida a esos hermosos labios cruza la pierna, formando una pose perfecta, tan semejante a una diosa convertida en mortal, tan alcanzable, pero en el fondo es tan aterradora que hasta el mas valiente de los guerreros se inclinaría ante ella, por temor a ser destruido, es inevitable no mirarla, es inevitable no invitarle un trago y charlar con ella, por que ella es una experta en el chantaje corporal, y sabe que puede conseguir lo que desea, pero no lo que anda buscando, aun así se empeña en seguir la misma rutina de todas las noches dejando a un lado sus sueños y esperanzas, por que probablemente un día todas sus ilusiones fueron quebradas en un parpadear de ojos y  no hubo nadie que recogiese aquellos pedazos, así que los barrió con sus lágrimas desechas por mentiras, y los guardó en lo mas hondo del cajón, nadie puede curar su cicatriz, pero solo ella es capaz de ocultarla con un perfecto tono de maquillaje.

Así que, la miro fijamente mientras camino hacia ella, y por simple cortesía le invito un trago, ella sonríe por que sabe que ha ganado el juego justo antes de empezar, pero lo que ella no sabe es que yo no tengo nada que perder, me ofrece un cigarrillo como si de un caballero se tratase, Quizás ella sabe que me he dado cuenta de la magnitud de esa mirada fría, de esa sonrisa majestual y de sus hermosos ojos cafés, así que empezamos a jugar, y con un trago de wisky brindamos diciendo que gane el mejor.

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