Sobre tu hielo

Sobre tu hielo

Anochece. Plegaria de mi estrambote la cuna no regresa su distancia, oírme.
Ardor. Quema entre mis noches aquél perdido péndulo de savia,
dócil a resabios confrontados con el arte de servir la bocanada de estupor,
la gallardía ufana de mi nombre, y mi cautela,
bajo la eterna sombra de un dolor que se propaga, inmenso
por sobre la esmeralda quieta de tu frenesí, helado
de risas y de encuentros…

La luna. Por sobre la mirada. Por sobre el aliento transcurre mi delgada aurora.
Hechizo de nimbos y de aulas vacías sin continente espeluznadas.
Vacías de una niña inocente y turbadora, ágil nenúfar de blanco por sobre la mirada firme y caprichosa de un niño acentuando botellas.

Vacío como el instante, mella de ufano resplandor, sereno,
antes, antes de la mirada que se mece hacia el abismo…
Antes, antes del ardor que se implanta en una navaja de sol
de sobres empapados, carpetas mojadas por un destino,
empapados poemas, para siempre desvelados en la noche…

Cambiados por un solo amor, ó única y precisa falsedad, ó verdad que se falsea
a lo épico, a la noche,
por siempre respaldado a un sueño gris y oscuro, el sueño de una noche
que gime eternidades, y provocará el aliento de un compás
que se pandea hacia el infierno, monótona mentira arraigadora de la libertad
sonante, en pedregullo acertando la castidad del olvido…

De un distante péndulo ó manzana jüiciosa
que fue desvelada en su tarëa de sueño trovador,
de süeño aletargado de súplica y esplendor altivo por sobre la mirada,

de noche de amor, y la muerte de ese amor

en un sesgado astro, difunto, errado, nunca vestido de verdad,
ó tan distinto de la variedad elocuente de mil pruebas
que conciertan la noche…

…Mi clamor, ya no es la desnudez del alma

si no una bandera invisible

bajo el polvo del azufre,

del distinto color desenfrenado de eternas águilas y ovejas

trasluciendo un solo victimario

Un hechizo, una tortura penetrante en la boca de la nieve

donde adentran los fantasmas de la eterna vacuidad del alma llena de descansos

impregnada de sofismas en el eco del relieve de una fobia

por arder,

de sueños, de un voraz apetito –cualquiera!- por deslumbrar

las estrellas del corazón

en el universo negro.-

en el pizarrón del número diez

-de aquél rostro, que nos mira

en silencio desde nuestra adolescencia,

-de esa mirada, que nos acechará por siempre-

en nuestras ocurrencias de solitaria vagabundez sobre el aroma fértil

y desganado de la

tarde…

Oh, porqué, porqué vivimos

sin estampar en el verano de esa oscuridad, aquéllos soles

que nievan en nuestro corazón

la única soledad que no amanece? Que pierde toda el vértigo
del sueño, y el

Amor,

en un claro, en una pasión, en un egoísmo que nos nutra de desvelo

por brillar ante

nuestros hermanos, para compartir

el eufemismo y el error,

el tropiezo, pero con las alas de nuestros Sueños???