Crepúsculo atado a tus cabellos

Crepúsculo atado a tus cabellos

Sombra de fuego, pez de plata, serpiente nacarada,
atada en tu nuca, cual oro del desvelo,
de rojo furor, de sangre en terciopelo
cadencia de Sol, nevado León, sombra encarcelada…
Cual vespertino acero, de roble y can deshecho,
la lumbre de tus ojos, sin decoro,
encierra el agua contenida desde el pecho,
de Sol de Oro, de rosa, me demoro…

Desde tu pecho al otro, hay fuego cierto,
que la bandera de tu cuerpo, encïerra;
la luz indómita fraguada de ésta Tierra
el Sol del Canto, el dolor, de rostro incierto…
Fraguada en rosa, en rosa roja, púrpura acendro
la luz cohíbe y allana su quejumbre,
el canto del dolor, de un solo hombre,
el rostro bello de tu cuerpo, donde engendro…

A sola cierta nube de marfil, de vacuo cielo,
en la lóbrega, insistente y rota, ebúrnea
clara altivez de la bandera de tu anhelo,
panoja hendida, si de amor, de roja córnea…
Encierro en alas, turpitud, tan glosa adestre,
el palafrén dotado en tu blancura,
el rostro cïego, y marfil que te procura
la boca bella, senos redondos, perfil Maestre…

Sorda centella, a tu voz, que intima bucles,
y pasatiempos en el Sol, desde tu aroma,
en la marina norma que tu claro toma,
sol de simpleza y sencillez, perfecta, mezcles…
De roca altiva, y ruiseñor, perfume
caduco aprieto del azar, mudo recicle,
la voz y sombra, de este cuerpo que rezume,
la boca austera, en rosa unión, rojo destile…

Perfecta, desde tus pies, eriges la antesala,
del paladión inmerso en mi baguala,
castaña flor, y sorteo de miradas,
en rica unión, y palafrén, voces aladas…
Brinco a tu flor, y encima verde cúspide
tramonta un sueño de escozor en mi albedrío,
sofoca el lienzo de tu flor, de mi amorío
a sola sien, de mi aluvión, de sombra sílfide…

Eres la helada sombra de este fuego:
a ti me engulle, mi flor casta, ruego…