Un remedio para lo irremediable

Este poema puede herir atrozmente tu sensibilidad hasta matarla

(Nacer)

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(Antes de visitar a mi querido amigo el retrete)

La razón de que estés completamente loco
Y ya no le importes a nadie, estimado lector,
La fuerza que en estos insignificantes instantes
Está devorándose a sí misma sin entenderse de ti,
Las piernas que se mueven como en un sueño
Donde las estacas mantienen en vilo al horror
Lento y zigzagueante de tus mapas ardiendo,
El universo desconocido que cabe en la palma
De una mano ensangrentada y jadeando
Y jadeante, y deseando y deseante, y mas muerte,
En las colinas de un mundo dimensionado
Hasta el tamaño de la locura de tus dientes
Aferrados al azote que es una trompeta muda
Helada, borracha capaz de rompértelos
Y hacer que sigas mordiendo y muriendo y gimiendo;
Y todo, absolutamente todo el amor que no cabe
En ningún frasco y se balancea como una nota musical
Que hace que se muevan unos dedos y surjan
Estalactitas o deseos de la caverna húmeda,
Pérfida, irreal y letal, donde emerge la vida
Ensuciada como en un alumbramiento maldito
Que ya te pertenece, porque lo quieres
Y tienes que querer pertenecerle,
Y pagas porque quieres y tienes
Que querer hacer pertenecerte a él
Que desconoces aún más que a ti mismo…

(De vuelta)

-¿Quién te ha educado, Alástor?
Dime quién te ha enseñado
En estos veinte interminables
Y catastróficos años el digno
Signo del movimiento pendular
Bajo el cual tejes hipnotizado
Tu propia muerte porque
Eres un error y no lo recuerdas
De ti mismo, ¡un error de ti mismo!
Donde la noche y el día
Se baten en constante locura
Para tus sentidos que son
Las cadenas que te atan
Y la droga que te satisface.

-¡Cuánto me confunden
Tus palabras, Oh cruz lasciva
Del remordimiento olvidado
Supurando de mi herida invisible
La sangre que el tiempo me roba
Traicionero, que me la dio
Sin preguntar ni obligar!
¡Todo para ti!
¡Todo para ti y los tuyos!
¡Es la devastación!
¡Es el vino helado
De una muerte constante!
¡Es la mujer decidida
Quién borra con su mirada
De manantial virginal
Que promete enfermedad
Y no hay tiempo que perder!

-¿Qué es lo que temes, Alástor?
Tienes letras, para profundizar
La verdad,
Tienes números, para constatar
Que te mira,
¿Qué es lo que temes, insensato,
Tú que posees la providencia
Y disfrutas consciente de la obra
A la que te han hecho pertenecer?
¡No mereces nada! ¿Por qué
No te apiadas de aquellos
A los que vilmente calumnias
Debido a su afán de ser merecedor?
Conoces la verdad, sin embargo,
Es demasiado poderosa
La sensación de sentir que no existe
Como si pudieses bucear durante milenios
A través del oscuro universo
Fumando nebulosas
Atezando tu rostro
Con los anillos de Saturno
Devorando deliciosos
Y preciosos metales inverosímiles
Con unos dientes resistentes
Al tiempo y su locura de existir.
No existe el tiempo. No existe el tiempo.

-¡Soy un ser despreciable
Compadécete de mis alergias
Y hazme sabedor con tu poder
De sencillez y temor!

-Imagina esta escena,
Tal vez la más presente
De vuestro absurdo azar.
Si no existe el tiempo
No existe el azar.
Pero existes tú.
-Lo tendré presente.

-Imagina, pordiosera criatura,
Que no necesitases desahogarte
Fornicando vilmente con las palabras
Ni con rameras de cabellos dulces como el Ron
Y labios amargos como el whisky.
Imagina que no necesitas gastar
Tu mísero dinero, tu insignificante
Fotografía de tu propia alma,
Imagina que no necesitas verla
Y tan solo necesitas olvidarla
Y sentirla para ti solo,
Como el avaro que almacena
Sus trozos de almas de los demás
En un baúl de huesos humanos
Bajo una llave cuyo tacto
Te diría que es un pene.
Imagina: que tu alma
Jamás te podrá pertenecer,
Por el hecho que te he mostrado
De sí poderla imaginar.
NO PUEDES alquilar una ramera.
Es imposible.

-No te comprendo, oh gran maestro…

-Si tu alma aún te pertenece,
No puedes alquilar una ramera,
Ni pagarle la borrachera.
No eres libre, si tu alma te pertenece.
Si tu alma te pertenece
No puedes haber ido a la escuela.
No puedes sentir el hambre.
No puedes valorar la respiración.
No puedes…
Pensar es negar.

-Oh, grandioso, me confunde completamente.

-Cuando la imagen de tu alma
Se apodera de ti
Acabaras por olvidarla.
No serás el único
Y como bien sabes
Es mucho más sencillo
Ver el rostro ajeno
Que el propio,
Y es aún más complicado
Encontrar un espejo
Del material de la sinceridad.

-Oh maestro, te ruego que continúes…

-Cuando eras pequeño,
Tú, que piensas que naciste
Porque crees en el tiempo,
Te mostraron una historia,
Te mostraron unos antepasados.
Te enseñaron un lenguaje,
Madre de la confusión
Y del entendimiento
Junto con un padre pues aún
Crees que naciste: el tiempo.
La confusión y el entendimiento
Vivieron juntas educadas por el lenguaje
Y arropadas por el tiempo.
Y un día, un tercer hijo apareció:
La vida. Y el hombre quiso reinar,
Aún sin saber que le era imposible.
De su padre aprendieron la velocidad,
Y de la velocidad extrajeron la eficacia
Que los hizo envejecer y morir
Para aprovechar toda la energía
De sus células.
De su madre aprendieron
Sobre el significado de dicha velocidad
Heredada de su padre.
La última lección, antes de estar completos
Y madurar en este universo
Era a priori, la más fácil,
El regalo que sus padres le legaban:
La sexualidad.
Pero aquí, sucedió la catástrofe.
Algunas células comenzaban a relacionarse
Mal entre ellas, y surgían núcleos cancerígenos.
La respuesta está en los hermanos del hombre,
Pues la personalidad de éste
Es azarosa entre la de sus dos hermanos.
Así algunas células creían en el caos,
En la supremacía de los instintos
Y en la fe ciega a la justicia.
Otros no podían pensar
Que se pudiese sobrevivir
Sin ponerse de acuerdo
A pesar de las consecuencias fatales
Que eso conlleva.
Las células comenzaron a pelear entre ellas
Y a ser incluso incompatibles sexualmente
A odiarse, a robarse el alimento
A despreciar ciertas zonas del organismo humano,
A olvidar que los unos son los otros
Y viceversa.
La guerra, nadie la conoce,
Nadie sabe quien ganó.
Ni tan siquiera si existió tal guerra.
Pero yo, Alástor, soy capaz
De iluminarte. Tú que has despreciado
Las imágenes del alma, al igual
Que aquellos avaros que durante
Un instante, mientras abrazan
Sus asquerosos fajos de billetes
Se convierten en seres
Irracionalmente felices,
Y debido a tu, a su vez, irracional afán
Por intentar comprenderlos,
Te daré la opción de ser obsequiado
Con un don irracional, capaz de hacerte
Entender: La metáfora, el único organismo
Del tu falso universo carente de espacio
Y de tiempo. ¿Deseas obtener la pureza
Durante tu brevedad
Y la desdicha y el tedio durante
La lentitud?

(Asentir)

-Así pues, sufre,
Ahógate y muere.

(Morir)

-Tan solo, tan solo si
Cuando somos niños
Nos dan a elegir entre
Promiscuidad o casamiento
Lujuria o respeto
Embriaguez o sobriedad
Placer o pasión
Luz u oscuridad,
Como cuando alcanzas el instituto
Y te preguntan:
“Bueno y que quieres ser de mayor
Un ingeniero, bombero, policía,
Político, zoólogo, arquitecto, obrero…
Que necesite la virtud numérica
O un filósofo, escritor, juez,
Publicista, periodista…
Que necesite las letras”
No tendría que pensar
Durante toda nuestra asquerosa
Denigrante y desdeñada vida
Si te quiero o no te quiero,
Porque sabría si quiero quererte
O si puedo quererte
Y a su vez si tú
Podrías conmigo.
Y en puesto de pagarte
En tu afrodisíaca floristería
De la avenida sin nombre
Ni número unos 5 euros
Por los claveles,
Cometería el error de pagarte 7
Si me sonríes,
O tres si no me miras
Sin que ni tú ni yo
Sepamos contar las monedas.
Lo importante es que sepamos
Contar el amor
Como cuando llegas al manantial
Y el agua está congelada,
Te metes, y sientes un calor especial,
Aunque el agua esté congelada,
¡El calor de saberme incapaz
Para contestarme a mí mismo
Si de verdad todo esto
Es irremediable
Y mi alma no quiere
Sucumbir con el error
Que soy yo haciéndola
Sufrir en mi YO:
Un DIOS que se muere.