Cine en llamas

poema de Alastor

Te entró tanto miedo... parecías la viva imagen de una de esas viejas actrices inmortalmente lejanas. Nariz y manos puntiagudas-casi rasgando la tela de la pantalla-, y un vestido de lunares como agujeros en esa cuarta pared del cine; enfrente un sombrero gris-hoy solo queda el gris sin escala, en el lápiz que escribe-, el cigarro como una pegatina y el bello de los dedos incapaz de saborear tus lágrimas; madre con cara de lacónicos recuerdos en blanco y negro, pero ardiendo poderosa, llegada de otro universo sin efectos especiales ni naves espaciales, y de fondo el carrete de la película como despidiéndose a trompicones, beligerante, dinámico, encerrado en una realidad cutre y desolada, aparentemente inmóvil; la actriz llora y sus lágrimas son de fuego porque cuando te acercas a la pantalla e intentas combatir el fuego con fuego ya no existes... se hace la oscuridad, no hay conversación y toda la destreza demostrada por tu parte a la hora de encogerte en tu hipersensibilidad pierde plenamente su fuelle como la oruga que se amilana y recoge elípticamente su propio espejismo de alma veraniega para dormir sobre una hoja mal cosida. Ahora te imagino lavando las grandes teclas de tu boca con las que haces vibrar tu sonrisa. Qué remedio… Grandes, para destripar cada palabra, demostrando la supremacía de la sonrisa sobre las palabras. Intoxicando de alegría y jovialidad las flemáticas y des-temporalizadas carátulas-estériles- de esas amarillentas cintas de video viejas guardadas en estuches, asimétricamente, expuestas a la natural e incalculable sensualidad del ángulo de tus caderas levantando el polvo del subconsciente; las sabes sin mirar ordenadas por el suelo del videoclub de la vida como quien ordena sus sentimientos inundándose a sí mismo de miradas ajenas con un mal doblaje de serie B, desparasitándose, casi sin ojos, incapaces de rodearte. Casi, casi igual de amplias tu sonrisa y tus caderas, la ecuación perfecta del amor; tan menuda. Sin embargo, fue tanto el miedo... Te escabulliste a lavar tus dientes y los enfrentabas a la fragilidad de un espejo redondo. Porque tus espejos son todos redondos y no necesito pensar el motivo; tu pelo rizado sin piedad se vuelve más azabache conforme te lavas los dientes y no es preciso ni excitante remover mucho el tarro; exaltación de un hambre insaciable por frotar las impurezas del rostro demasiado curioso en esa esponja negruzca con vida propia al compas de tu risilla cosquilleante e inimaginablemente (pequeña) a la que se la niega llamándola pelo o cabello. Abres el agua del lavabo y vuelves en tí misma, como cuando abres el río de la razón y enjuagas en él tus sentimientos. Donde purificas la amargura de haber alcanzado tan velozmente tus sueños, donde el eclipse pasa y tu imagen brota etérea e inalcanzable como cuando imaginas una flor brotando en la luna, ingrávida y desprotegida... envejeciendo aquí y ahora. Tanto miedo sentiste... ¿Qué buscas? No quieres decírtelo a ti misma; demasiado simple. Eras como una niña sin trenzas rodeada de niñas sin trenzas deseando ser la primera y deseando no ser la primera pero quieres llegar mañana con las pasiones bien enlazadas y escapar. Sin embargo tu sonrisa sigue siendo la parte más madrugadora de tu cuerpo y te domina. Tanto miedo... Y así te imagino el día cualquiera de mi vida cualquiera. Viendo como el miedo busca embellecerse brotando como serpientes por las cavidades de los cimientos de tu sonrisa en bruto. Deseas ser destruida violentamente como cuando un hijo pierde a su madre cuando sale a la luz. Tú eras la hija. Pero no temas porque veo a un gato dormir y ronronea sobre tu vientre. Hará mucho calor cuando se despierte y al hundirte sus uñas sobre el desagüe de los amantes exhaustos sentirá deseos de huir por la ventana del reencuentro. Cuando lo mires alejarse como un arlequín borracho me imaginarás en tu lugar fumando un cigarrillo. Es probable que hasta tú lo enciendas y lo dejes sobre el alféizar como si de mí se tratase, y toda esa ceniza fuese el humo que se marcha contra su voluntad; pero todavía huele a mí y prefieres seguir olvidándome o desconociéndome mejor, porque así esta noche no te resultará extraño volver a ese mismo sueño de hace un mes donde prevalecen unas manos, una mejilla, una caricia y una espina clavada y por dos veces hundida. Quieres sangrar si dolerte; y tus labios cicatrizados, y tus hombrecillos blanquecinos, y los hilos que cuelgan como un sauce llorón tras la tempestad... Porque somos dos veces dos amantes no correspondidos negándonos hasta el infinito, probando las delicias de lo opuesto, huyendo el agua hacia el fuego alto llega el quejido y nubes somos mezcladas y moldeadas por el viento de la certeza menos cierta, tímidas o lluviosas: así querrías tu explicarlo... yo prefiero pensar que en un bote de pepinillos en vinagre siempre hay una cebolleta en vinagre. Pero es un sentimiento demasiado amargo para apreciarte a ti misma y acabarías por odiarme. Tienes tanto miedo... A penas me conoces; lo sé porque a penas te conozco y a ambos nos gusta pisar una alfombra pero no recostarnos sobre ella y dejarnos pisotear por nuestras propias huellas. Lo sé, pero es curioso como a veces un instante encaja tan bien en nuestra existencia. Fue un encuentro justo, preciso. Semanas después todo seguía su curso regular y ese instante perduró y perduró intachable, acomodado entre el ventrílocuo izquierdo y la tercera costilla, rozando la carótida lo suficiente para suavizar su manar. Cuatro años estuve encogiendo hasta ver desaparecer por asfixia a la anterior, por no encontrar en todo ese devenir un lugar donde sentirme fluir, donde rendirme a mí mismo y no a la esperanza de no ser yo pero verme en ti... Tanto... En estos momentos no sabría con certeza si entregarte mis pensamientos hoy. Después de todo lo de anoche. Después de tanto imaginarte. Pero supongo que entregándotelos extrañamente niego tu deseo, o tu obsesión, por creer que te idealizo. Sería como pasar a otro plano, como cuando arde la pantalla del cine y solo es un cigarro mal apagado del proyectador cansado de ver por enésima vez las mismas imágenes, los mismos sonidos, porque el eco es un fénix remontando el vuelo hasta que vuelve a arder, adicto a Dios sabe qué… Esa obcecación tuya carecería de sentido y simplemente estamos tú y yo, nada me sirve para idealizarte a no ser que creas que te puedo idealizar a partir de ti misma, lo cual sería algo paradójico, plegarte como si fueses un folio iridiscente, haciendo papiroflexia con los motivos que me hacen desearte sin escrúpulos. Tengo escrúpulos... No te plegaré, tampoco te idealizaré porque no creo que un ser como yo pueda alcanzar a un ser ideal. ¿Lo entiendes ahora? Yo también puedo ser realista pero no sirve de nada, tan solo para llegar a fin de mes y cada mes, más tristes y cada mes, más mes y cada más, más más y cada, más cada y y cada y...

Comentarios & Opiniones

eze

emotivo !!!!!!!!!!

Critica: 
Joelfortunato

Interesante, con alta fuerza sentimental, amplias descripciones, claro uso de lenguaje. Un gusto apreciar su arte. Le deseo bienestar y fortaleza ante la adversidad, con mejores tiempos por delante. Reciba usted mi amistad y respeto.

Critica: 
Alastor

Eze:gracias por leer compartir su opinión. Un saludo.

Critica: 
Alastor

Joel gracias por la entereza y el ánimo que se respira en sus comentarios, reconozco su amistad y la aprecio, poeta, a su vez le envío mi afecto y reconocimiento por la calidad de sus obras. Siempre es un placer contar con su atención lectora. Salud!

Critica: