Al rastro de mi rostro

poema de Alastor

¡Al rastro que se pierde
no hay guerra que lo encuentre!

¡Al rostro que se pierde
no hay Dios que lo encuentre!

¡Gracias a Dios por haber creado dos mundos!
¿De qué otra forma podría habernos
creado a todos iguales?
Así en el Cielo como en la Tierra...
¿De qué otra forma el débil
es capaz de resurgir?
¿De qué otra forma
podríamos combatir al monstruo?
Dos mundos, y una sola forma
de hacer las cosas...
Dos mundos o dos mitades.

¡Al rastro que se pierde
no hay guerra que lo encuentre!

¡Al rostro que se pierde
no hay Dios que lo encuentre!

Solo la ira engrandece el perdón,
Solo un pobre puede hacer respetable
a un gobernante, solo ellos pueden ayudarse,
así pues, sigamos el rastro verdadero,
Tomemos conciencia de nuestro rostro
¿Por cuanto tiempo seguiremos olvidando?
Son las huellas quienes poseen al camino
y le otorgan su sentido definitivo.
¿Es lo normal pensar que cada vez
somos menos quienes podemos mirar atrás?
¡Cuántos inocentes han muerto
por una bala perdida
encerrados en el fuego cruzado
de la desolación y la ira!
Todos ellos han muerto solos,
porque habitar los dos mundos
es dejar de jugar con Dios
para encerrarse en su dominio
y solo recordarlo,
solo basta con recordarlo,
echando la vista atrás
para poder seguir caminando.

¡Porque Él nos advirtió
dotándonos con manos
capaces de aferrarse entre si!
¡No necesitamos mirarnos más
Solo levantar juntos la cabeza
y seguir avanzando por el desfiladero
consumidos por el irremediable
sentido que el capricho teje
desde donde el inteligente azar
nos llama y nos equilibra para no caer
garganta abajo hasta un infinito
y doloroso tedio incapaz
de mostrarnos la dureza de su fondo;
suaves como una hoja etérea
sumida en la imposibilidad
de marchitarse y volver a renacer
incomprendida: ¡indispuesta a ser amada!
Si un hermano mira a su derecha
propagando la llama del cansancio
hasta ver de nuevo su ansiada Tierra
sostenida solo por sus pies,
Sentirá su dicha sana y divertida,
podrá comprobar como desde
la otra estrechez que completa
la garganta o el peligro
que hace de su casa su hogar
existe un mismo caminante
como si de su reflejo se tratase.
Y es cuando caen en la cuenta
de que a pesar de la separación
les abaten los mismos peligros
ve de ese reflejo, de esa ilusión,
una verdad palpable por la que disfrutar,
y comienzan a correr, sin miedo,
cada uno siguiendo los pasos del otro,
equilibrados,
cada uno siguiendo sus propios pasos.
Porque también aquel que mira a la izquierda
cuando se vuelve de espaldas a ella
tan solo encuentra el muro de la locura,
frente al cual la vida parece encojerse
hasta que se pierde el equilibrio,
acabando por caer de espaldas,
tragados por un olvido que se mofa
de aquellos a los que no fue capaz
de ayudar, y ahora lloran
y estrechan más su camino
de la misma forma que alejan
la otra orilla, vistiendo su vértigo
de una oscuridad cada vez más tenebrosa.
Allá desde el otro lado,
como desde aquí,
¡lloran tus hermanos!
lloran tus hermanos...

¡Al rastro que se pierde
no hay guerra que lo encuentre!

¡Al rostro que se pierde
no hay Dios que lo encuentre!

Solo cuando se frotan dos piedras
surge la llama de la violencia, el amor,
y el miedo a perder su control
nos motiva a caer en el error
de pensar que el frio sea la solución.
Todo es posible
cuando las dos mitades se unen
en el corazón de una persona
amando su camino
sin la necesidad de extrañar
a quien no ve,
porque si sigue aún en pie,
es buena señal,
Si la pendiente se inclina hacia abajo,
tal vez deba correr más,
si sucede cuesta arriba
quizá deba esperar...
solo cuando dejamos de pisar,
inclinados hacia una u otra fatalidad,
acabaremos por olvidar
y ya... ya no habrá nada más
que puedas amar.

¡Al rastro que se pierde
no hay guerra que lo encuentre!

¡Al rostro que se pierde
no hay Dios que lo encuentre!

Los muertos también sueñan,
no necesariamente en su propio sueño.
En los sueños tambíen se sufre,
quizá esas formas que nos hablan
y nos sienten sean las que
nos contagian su tristeza.
no subestimes las huellas,
ni el camino.
No pierdas de vista la otra orilla
y ten fe de que la catástrofe
te tragará venga del lado que venga,
en el peor de los casos
siempre podrás correr
mientras tu mirada sea fuerte
como la roca que jamás cesa
de mirar el horizonte del océano,
desentrañando los misterios
de su porpia muerte, viviendo,
ya que todavía vive,
pues por ahí comienza
el camino del respeto
y uno es capaz de apreciarse...

¡Al rastro que se pierde
no hay guerra que lo encuentre!

¡Al rostro que se pierde
no hay Dios que lo encuentre!

Comentarios & Opiniones

Joelfortunato

Escrito amplio, de profundidad filosófica-teológica, con uso suave y ágil de léxico-imágen. Mensajes de noble didáctica humanística. Un grato conjunto expresivo de buen arte. Un gusto leerlo. Saludos y felíz 2014.

Critica: 
Alastor

Saludos de nuevo Joel, tambíen le deseo un feliz 2014 y buena salud con la que pueda seguir viajando mediante el arte y demás seres queridos.

Critica: 
Matias Berner

Amor y muerte?, dos mitades de un todo?, dos mismos mundos en uno solo?, saludos

Critica: 
Alastor

Saludos Matías, un placer recibir su comentario. Le deseo un feliz año con los suyos.

Critica: 
Yan

Saludos mi querido Alastor, preciosa obra, buen estilo. Un placer leerte. Besos.
Felíz Año Nuevo.

Critica: 
Alastor

Gracias Yan, te deseo un feliz año.

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