Cordero

La aurora de los morados labios,
a colorientas flores y hojas,
trae con su beso mañanero
el suspiro que las acosa.

Así se cristaliza el beso
en rocío de mañana,
que a los animales simples
de su sed vana espanta.

Chio, chio, chio.
Chio, chio, chio.
Los pájaros, que así cantan,
beben el rocío de las plantas,
y el caballo, su mojada piel,
con esas armonías se encanta.

En la vieja Arcadia bajo un laurel,
joven pastora,
¿pastora de qué?,
se encontraba.

En su mente divagaba.
Contemplaba
las cosas simples,
pero complejas,
del bello país.

El rocío que besaba la mañana,
como ella a su pequeño rebaño.
De hecho, era un solo cordero,
que cuidaba de antaño.

¿Qué la llevaba allí?
Idea alguna tenía,
pero dudas y dudas
de su cabeza pululaban y venían.

Entre el follaje escapaba,
a su cara llegaba y encandilaba,
un rayo del Helios Hipérida.
Y con ello, y el tierno calor
se volvía a preguntar
¿Qué hacemos acá?

-Muchas cosas no entiendo,
pero creo que entiendo muchas cosas.
Tan simples y complejas,
en un absurdo único,
que por diferencia
nos atrapa y condena.
Los placeres de la carne llaman,
pero tan vanos se sienten,
aunque después de todo solo hay vanidad,
nada se siente como tal.
Vana vanidad, fútil utilidad.
Este sentimiento, este vacío que tengo.
Lo quiero llenar, mas ¿con qué?
¿Acaso se podrá?
¿Me puede importar?

Chio, chio, chio.
En la copa del laurel
bello chincol cantaba,
canto que a la joven pastora regocijaba.

- Sigue con tu canto, amigo mío.
Que me regocijo en contemplarlo.

- No te regocijes en contemplar,
ven y entiéndelo.

- ¿Qué maravilloso artilugio es este?
Un ave que habla en lengua humana.

- No soy solo un ave.

- Una no solo ave que habla en lengua humana.

- ¿No te animas en saber?

- Si, pero…
¿Qué tanto podemos entender?

- Tanto como yo desee.

- ¿Como tú desees?

- Verás, bella joven. Ave común no soy.
Soy aquel, que, por mí una ninfa en este árbol mutó.
Soy aquel, que, por mí las musas nacieron.
Soy aquel, que, con néctar y ambrosía muto cuando quiera.
Soy aquel, cual, por el orden natural te subordinas.
¿Quién crees que soy?

- Un artilugio de mi mente.

- ¿Cómo puedes creer en aquello, niña réproba?
Ya verás, ya verás.
Témeme.

Con su elegante vuelo, se hubo posado a los pies de la joven.
De dorado color las plumas se hubieron tornado,
por las alas manos y brazos vigorosos surgieron,
miles de ellos.
Del pico doradas cabezas aparecieron,
de las patas miles de fuertes piernas.
Y así se mezclaron y crecieron,
las cabezas en una cabeza,
los brazos en un brazo,
las piernas en una pierna,
tomando el porte y gracia de un ser olímpico
coronado con laureles dorados.
Poco a poco decayó su brillo celestial,
pero no se perdió,
Dios con hermoso cuerpo de hombre.

- Ahora quien soy, ante ti mísera, ves.

- ¿Qué prodigio de mi mente o naturaleza es?

- Simple mortal, siéntete llena.
Me he dejado ver,
apróntate a lo que conlleva.
Seguro me debes conocer,
reflexiona y quien te habla menciona.

- Un ave que, a mis pies,
de sus alas, pico y patas,
brazos, cabezas y piernas
hubieron surgido.
Que en una cada cosa,
de ave a bello hombre mutó.

- Humana insolente, escucha atenta.
Al gran dios tienes ante ti.
Apolo, que las musas adoran.

- Como gustes, dios o Apolo llamaré, si quieres.
Deidad, ave u hombre ¿Acaso no es lo mismo?

- No sigas profanando mi nombre,
escucha bella joven.
El hado tuyo tienes que divisar ahora,
vivir y sufrirlo luego.

- No tardes mucho, pues tengo un cordero que cuidar,
es lo único que tengo.
Mi corderito, Tánatos, así se llama.

- Olvidad inocente niña a ese animal,
no importa más.
Siempre y siempre vacío sientes,
sin sentido la vida,
y las moiras sientes.
Quieres conocer, saber,
las técnicas de Hécate o Vulcano,
mas humana eres, y poder no tienes.
Por eso aquí, como regalo mío,
los prodigios divinos de Apolo,
dios olímpico, tendrás.
Sacerdotisa mía debes ser,
bella ser.
Los designios y las artes
del pasado, presente y futuro te mostraré,
saber podrás de la filosofía natural,
y con ello los deberes para conmigo ejercerás.
La gente acudirá a ti por sabiduría,
el pudor virginal guardará tu dignidad con celosía.
He aquí tu propósito en la vida,
he aquí lo que la altura olímpica guarda,
un gran destino te aguarda,
deja a ese cordero y un templo te daré,
templo, paz y previsión te mostraré.

- Me alabas bello dios, mas rechazar debo.
¿Qué me asegura tus artes?
¿Y si están equivocadas?
No quiero depender de nadie,
no quiero concluir nada.
Ni siquiera estoy segura de que estés acá conmigo,
solo sé que existo.
Prefiero quedarme con mi corderito,
es lo único que tengo,
el resto solo contemplo,
contemplo sin juzgar,
en esto me gusta pensar.

- No te olvides de esto jamás.
No eres nada, nada más que un pensamiento.

En un segundo, de esos que no pasan por el tiempo,
el bello hombre hubo desaparecido.
Del fondo del pecho, por la fría espalda,
en la garganta se hubo alojado una angustiosa desesperación,
que, por magna, a los ojos un poco hubo filtrado.
Espasmos en las extremidades, de esos que solo uno siente,
hacia la cara las manos, intentando liberar la bola desesperante.
Nimiedad, sin sentido, divisar la muerte cerca,
con todos sus brazos cubrir al Tánatos, buscar consuelo allí,
mas le es indiferente, la indiferencia del todo, y el todo diferente.
Vana energía gastada, para qué seguir con este cordero.
Quiero morir, morir sin más, pero temo.
Por mis ojos surgen estas gruesas lágrimas estancadas,
estancadas por el tiempo lineal que no para y me desespera.
Espasmos y espasmos, me ahogo y muero, quiero morir.
Aquí sola bajo este laurel, solo contemplo y cuido a este cordero,
el cordero que no me puedo arrancar,
y acá condenada a estar, acostumbrándome a vivir.
A vivir camino a mi muerte; la muerte que me atrae y el absurdo contrae.
Me siento bajo el laurel, con esta bola en la garganta que no permite decir nada,
pero sé que tengo a mi cordero, que es mío.
Mi corderito, Tánatos, así se llama.

Comentarios & Opiniones

Xio

Que maravilloso relato, adornado con citas mitológicas, repleto de fantasía, con un estupendo y amoroso desenlace... Pero se que tengo a mi cordero, que es mío... Genial, abrazos, feliz noche.

Critica: 
Faustino Pérgamo

Gracias Xio por tu comentario!!!!!!!

Critica: 
ÁNGEL MENDUIÑA IRIBARREN

Un fortísimo aplauso por tu originalidad. Encantadores los diálogos.

Critica: 
Faustino Pérgamo

Muchas Gracias ÁNGEL MENDUIÑA IRIBARREN!!!!!!!!!!

Critica: 
Viki

Bella obra,gusto leer sus bellas letras, abrazos desde la distancia con cariño

Critica: