LA MAQUINA FOTOGRÁFICA

poema de Aaj Abi

Cuando era pequeño, una mujer, que después supe que era ramera, cruzó el río que corría lento y bajo frente a mi pequeña casa de pueblo. Yo jugaba con una cámara fotográfica que era propiedad de mi padre cuando de súbito la mujer me miró con sus ojos de loba borracha y jaló con fuerza la cámara que colgaba de mi cuello. Sentí un estremecimiento gelatinoso en todo mi pequeño cuerpo de niño, que años más tarde vino a sacudírseme, también, en mi mente. Esa imagen se me aparecía en mi sueño durante las estaciones de otoño e invierno todas las noches. Hace algunos años atrás visité el pueblo donde me crié. El río seguía ahí intacto como cuando me fui. Algo cruzó por mi mente, una idea loca: crucé el río, y al otro lado pregunté si la mujer todavía vivía ahí. Me señalaron la casa. Era una casucha maltrecha, destartalada que se caía a pedazos. La misma mujer que había marcado mi vida cuando era pequeño estaba ahí postrada en una cama ya anciana. Le pregunté si me recordaba, me dijo que no se acordaba. No hubieron más palabras que decir. Salí del lugar más herido que cuando entré, pero sentí que algo en mí se sanaba aunque sangraba mi alma por algo que nunca entendí.