Ado de Amedas

A esa señora
invité al hotel para seducirla …
¡Todo el día amarla quería,
todo el día!

¡Ay caramba! – dijo sorprendida,
al ver aquello
que era causa de su alegría.

Entre duda y asombro
quiso entender semejante antinomia:
“Para ser cerdo, el secreto del fango conocer debía”.
Aquella historia,
aunque fue real, nadie entendería.

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