Un título sería impreciso.

poema de Acero etereo

Títulos de avellaneda en bellotas envueltas de betún, historias de los otros encarnadas en los bosques de arrecife, sumergidos en el corazón de los expectantes visitantes del teatro de la luz, que llegaron de todos los rincones para ver la obra de la vida y el amor y la muerte y el drama ajeno al desnudó como las putas de París ensayando sus bailes a punto de quiebre, de romper la porcelana que les une al hilo imposible del destino, tejido por dos vagabundos en callejones obscuros y sucios de New York.
Esas manos gordas y engrasadas de los mecánicos de alto Palermo que atienden solo por las mañanas, cuando el roció se levanta en mantos titubeantes sobre los edificios y las palmeras en vuelo triunfal chocando con toda la cuidad inmunda hasta que el sol les fulmine.
Esas son las manos que tocaron los palos de escoba por la tarde al barrer las veredas, más una excusa para ver el barrio y hablar con viejas decrépitas que vuelven arrugadas y de mal humor a casa con sus bolsas plásticas del supermercado chino, que realmente quitar el polvo de los mosaicos.

Este tipo no paraba de hablarme sobre este cuento de Rodó "El estado glauco" y yo intentaba hacerle ver que parecía un crítico, ya saben ese tipo de personas frustradas que por no poder ser creadores de un arte en concreto se dedican a hablar sobre otros artistas de lo que a ellos les hubiera gustado que sea la obra en si y, que además, esperan que el mundo avale su opinión, como si no fuera nada más que eso, una mera opinión. En fin, el tipo no soltaba el vaso y solo hablaba de esa única página que ocupa el cuento, si no lo hubiera golpeado habría hablado de eso toda la noche...
Recuerdo una noche (una manera de decir claro esta, uno recuerda muchas noches y días y tardes y mañanas, pero es buena introducción a una historia que probablemente sólo es acnedoctica para el narrador) en la que había fumado tanta mariguana que cuando prendí el encendedor, me quedé mirando fijo el fuego y me di cuenta de lo que realmente era, en sentidos físicos y químicos. Siempre hubo algo en el fuego que nos hipnotiza (a los seres humanos y a otras especies tambien) tiene cierto "hablar" a veces veo gente mirando fogatas con la mirada perdida y realmente creo que están escuchando algo, su voz interior, pero que realmente es producida por el fuego. Algunos tenemos la capacidad de poder desvanecernos viendo el mar, el fuego, los ricos o el viento moviendo las hojas. Escuchamos la vos de los elementos, y nos recordamos que al fin y al cabo solo somos animales.
A si que hay estoy, en Victoria; la ciudad de las antenas como la apode en mis textos, textos que perdí cuando dos tipos de mi edad me pegaron y me robaron el celular donde había escrito durante años, después de que me emborrache solo en la playa. Estoy bajo la parra de uvas, es verano a si que no solo la parra está repleta si no también el suelo y solo por ser de noche las moscas no están zumbando por ahí, viendo ese encendedor fijamente y replanteando toda mi vida ¿como es posible que allá visto tantas veces el fuego y ahora, con veintidós años recién piense en lo que realmente está pasando a nivel molecular?
- deja de pensar en ello solo es relevante para el observador- me dije y me fui a caminar por la ciudad, a ver las otras cientos de maravillas que me perdía...

Benzos y café me decía marcos sacudiendo el índice en señal de que lo que decía era sabiduría milenaria que ni siquiera Hermes podría haber deducido. Benzos y café amigo esa es la clave sirve tanto para recordar como para olvidar, solo tienes que programar a tu cerebro antes de la mezcla. Por ejemplo, dijo elevando la voz a modo de orador, yo uso la escala dependiendo si quiero olvidar el hostel donde me hospede o si quiero recordarlo para volver. Se pauso después de esa afirmación banal pero certera, y sus ojos me veían directo a mi y a dani, que estaba a mi lado desayunando en las mesas blancas de Don Fernández, una vez en el Minotauro de Vélez vi a dios. Si, les juro que lo vi. Dijo serio y cambiando su penetrante mirada entre mi amigo y yo. Lo vi justo a la mañana, cuando me levante al baño resulta que el estaba en el váter cagando, solo me miró y dijo
-déjame cagar tranquilo loco-
no tuve más opción que irme cuanto antes y de tan rápido que salí gurises no pude ni pagar la estadía.

A veces quisiera hablar con Burroughs, sentarme en el suelo o en sucios colchones llenos de cucarachas y hablar sobre dios y lo insensible e igual de irreproducible que se vuelve el lenguaje.
Un reproche echo a medida del hispanoparlante que su media se rebaja como un Ron con cola en un bar a las afueras de Zarate.