“ El sueño de una libélula”

“El sueño de una libélula”.

Con su fino movimiento diurno,
envuelta en los temblores helados
de sus grises alas,
se escurrió en mis manos
aquella mañana.
En lo mustio de su abatida mirada,
languidecían sus latidos
gélidos y humedecidos.
Entretanto se agalopaban los míos,
muertos de miedo
que se apagara su destino.
Reposaba serena
entre mis dedos inertes,
y parecía revivir en cada respiro.
Se aquietaban sus alas,
permanecía en silencio,
parpadeaba nerviosa,
se acomodaba en mi seno.
Le regresaban las fuerzas,
se aplomaban sus diástoles
con mis sístoles confundidos.
La abrigué con mi centro,
la cubrí con mi aliento
y se inundó mi pecho
con su débil lamento.
Seque su mirada,
le regalé mi pañuelo,
le acaricié las alas
y le acompañé en su vuelo.
Cuál no fue mi sorpresa,
al advertir su tornasol!
cuando su pardo gris
fuera bañado por el Sol.
Mi libélula era callada
y con especial gracia en el aire
todos sus sueños me dibujaba.
Horas y meses de vuelos lejanos
cómplices y plenas me confesó aquel:
llegar a la cúspide de la Torre de Babel.
se sintió el invierno en ese verano...
desconocía mi criatura enamorada,
que el material esencial de tan frágiles alas,
era el papel.
AC.